Ya lleva muchos años la Iglesia dedicando un
domingo de octubre a recordar a todos sus miembros la fundamental
importancia de las misiones, y también a anunciar la urgente necesidad
de ayuda que tienen tantas comunidades humanas a lo largo y ancho de la
geografía mundial.
Con ser muy importante la campaña
anual del DOMUND, que durante un fin de semana nos recuerda y publicita
la acción misionera de nuestra Iglesia, hay que tener presente que su
actividad permanece siempre, se prolonga durante todo el año. Esto es
posible a través de organismos como las Obras Misionales Pontificias, la
Comisión Episcopal de Misiones o las mismas Delegaciones Diocesanas
que, con un trabajo intenso y
permanente, animan esta intención y
coordinan cuantas iniciativas favorecen la implantación de la conciencia
misionera en nuestras comunidades. Es posible, también, gracias al
elevado número de misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y
mujeres, que entregan su vida a este cometido y nos recuerdan con su
dedicación la preocupación por los más pobres de la tierra a los que
llevan el mensaje del Evangelio y la ayuda material que necesitan.
Por supuesto, no os pido sólo que
aumente vuestra admiración por los misioneros que viven en tierras
lejanas y en condiciones precarias. Pido a todos los cristianos que se
sientan obligados a anunciar el evangelio de Jesucristo en todo tiempo y
en cualquier circunstancia. Todos somos misioneros. Nuestro compromiso
nace del bautismo, que conformó nuestra vida. También, de la formación
recibida en el seno de la comunidad cristiana.
Todo es gracia. Aunque es necesario el coraje
personal para el crecimiento, profundización y anuncio de la experiencia
cristiana.
A esto último se refiere el lema del
Domund de este año: SÉ VALIENTE. LA MISIÓN TE ESPERA. Es una sintética
exhortación que llega directamente a cada uno de nosotros. En la segunda
parte de la locución queda patente una llamada al compromiso personal
de todo cristiano.
Una breve explicación de la
exhortación. “Sé valiente…” El papa Francisco aconseja permanentemente
tener el valor de retomar la audacia del Evangelio. Coraje y valentía
para salir de nosotros mismos, para resistir la tentación de la
incredulidad, para gastarnos por los demás y por el Reino, para soñar
con llegar al más apartado rincón de la tierra dando a conocer a Cristo.
También la segunda parte tiene su
aquél. La misión no tiene límites ni fronteras. Tampoco hay en ella
acepción de personas. Todos estamos llamados a la misión. El anuncio del
Evangelio se ha transformado en una auténtica necesidad, bien sea en
lugares de larga tradición cristiana, bien sea en lugares lejanos donde
aun no ha llegado éste.
Termino mi reflexión con una
referencia al mensaje que el papa Francisco nos ha enviado con ocasión
de este acontecimiento. Os dejo anotados los títulos de los apartados
para que os llegue el apetito de leer el mensaje completo. Es corto y
claro. Empieza con una breve introducción al escrito que ha titulado:
“La misión en el corazón de la fe cristiana”, con seis epígrafes: 1.- La
misión y el poder transformador del evangelio de Cristo, camino, verdad
y vida. 2.- La misión y el ‘tiempo propicio’ de Cristo. 3.- La misión
inspira una espiritualidad de éxodo continuo, peregrinación y exilio.
4.- Los jóvenes, esperanza de la misión. 5.- El servicio de las Obras
Misionales Pontificias y 6.- Hacer misión con María, Madre de la
Evangelización.
Es de agradecer la aportación
económica para esta noble causa, que todos hacéis llegar a través de las
parroquias o de la Delegación diocesana. No olvidéis vuestras
oraciones.
+Salvador Giménez, bisbe de Lleida.