Los Ministros Extraordinarios de la Comunión
Ahora
ya no se extraña nadie cuando ven a un laico distribuir la comunión en
la parroquia durante la celebración de la Eucaristía. Tampoco cuando en
sus domicilios o en los hospitales tienen algún enfermo, discapacidad o
anciano, que no puede salir de casa, los visita un miembro del equipo de
pastoral de la salud de la parroquia para llevarles la comunión. Cuando
se generalizó este ministerio, hace ya bastantes años, sí que hubo más
de una sorpresa. A estas alturas abunda la gratitud por parte de
rectores, enfermos y familiares para este servicio que prestan algunas
personas a indicación del responsable parroquial con nombramiento del
obispo.
Vamos por partes en la explicación de este servicio tan agradecido y participado fundamentalmente por laicos y religiosas.
Dice el Concilio Vaticano II: "Los laicos,
congregados en el pueblo de Dios..., están llamados... a contribuir al
crecimiento de la Iglesia y a su continua santificación" (LG 33). Todos
los bautizados son responsables de vivir con coherencia su fe y de dar a
conocer a los demás a Jesucristo. Esto es un ministerio o un servicio
que beneficia a toda la comunidad cristiana. Recordemos los oficios y
ministerios que hay en la Iglesia en torno a la celebración de la Misa:
el obispo, el presbítero, el diácono, los cantores, los acólitos, los
lectores, el salmista, el ministro extraordinario de la Comunión, el
comentarista, el recepcionista... No mencionamos en este momento los
oficios de la Palabra y de la Caridad, que son muchos y bien valorados.
Lo repetimos una vez más lo que todos ya sabéis: que todo ministerio en
la comunidad entiende como servicio, no como un privilegio de poder; es
una manifestación del regalo de Dios, del carisma recibido y
desarrollado por cada persona o institución, en bien de los otros. Y
esto mismo se debe notar en todo, en los sentimientos, en las palabras,
en las actitudes, en los hechos... No hay excepciones en esta regla de
oro. Nos compromete a todos los que tenemos un ministerio.
Concretamos la generalización en el caso que nos
ocupa, los ministros "extraordinarios" de la comunión. Son aquellos
hombres o mujeres que han sido propuestos y nombrados individualmente
para ejercer este ministerio en una comunidad concreta, para una ocasión
determinada, o bien para un tiempo señalado o incluso de forma
permanente. Hablamos utilizando la palabra extraordinario porque es
ejercido ante la falta de presbítero (o solicitado por el mismo), de
diácono o de acólito instituido.
Quedan perfectamente reguladas las competencias de
los referidos ministros o servidores. Lo explicaremos esto mismo en
otro momento. También pedimos unas condiciones y actitudes personales
determinadas, responsabilidad, dignidad, distinguidos por su vida
cristiana, su fe y sus buenas costumbres, seriedad y constancia en el
compromiso cristiano, una profunda piedad litúrgica y una devoción y
respeto al Sacramento del Altar. Y el obispado mantiene el compromiso de
preocuparse por su formación, bíblica, teológica, litúrgica y pastoral.
En nuestra diócesis este ministerio se había dado
temporalmente. Pero algunos no lo habían renovado nunca. Este es el
motivo de la convocatoria que hace unas días anunciamos a los rectores
de las parroquias donde ejercían los respectivos ministros de la
comunión.
Deseo encontrarme con todos aquellos que tienen un
nombramiento firmado por algún obispo anterior o por mí mismo. Oraremos
todos juntos, tendremos un rato de formación y explicaremos de nuevo
las competencias y el itinerario de formación. Será el próximo sábado,
17 de marzo, a las 10 horas, en la Academia Mariana. Queremos terminar a
las 12.30 h. Os espero a todos. Os agradezco, y también toda la
diócesis, la tarea vuestra en los últimos años.
+Salvador Giménez, obispo de Lleida.