Carta semanal del Obispo de Lleida

El seminario diocesano

En la solemnidad de san José todas las diócesis celebran el DIA DEL SEMINARIO puesto que lo tienen de patrono. Coincide este año con el domingo III de Cuaresma, día en el que habitualmente aparece este comentario del obispo en la hoja dominical.
No podía hablar de ningún otro tema que no fuera el Seminario Diocesano, centro educativo donde se forman todos aquellos que se preparan para ser sacerdotes y servir en el futuro al Pueblo de Dios. Me causa cierto rubor repetir los mismos argumentos ya expresados en la jornada similar del año
pasado. Os pido a todos oraciones por las vocaciones y que el Seminario, institución fundamental en la diócesis, se convierta en foco de atracción y atención en vuestras preocupaciones. Preocupación que se concreta en la responsabilidad que cada uno de vosotros, según su estado y misión eclesial, está obligado a mantener y a manifestar. Apelaba a los sacerdotes, a los padres de familia, a los catequistas, a los profesores y educadores de tiempo libre, a los miembros de la Vida Consagrada… Todos tenemos nuestra parte en la gran obra del Seminario.
La misma palabra, Seminario, tiene unas connotaciones positivas para nuestra sociedad de Lleida por el destino que se le dio a una parte del edificio para alojar a familias en dificultades. Fueron muy aplaudidos la idea, el proyecto y su realización teniendo una general y positiva valoración. Contó además con una intensa colaboración de voluntarios quienes a diario llevan la gestión económica y educadora con un explícito acompañamiento de cada familia. Aprovechando ese tirón semántico propongo a toda la diócesis un proyecto que haga realidad de forma inminente el espacio de formación para los futuros sacerdotes. Lo necesitamos, lo queremos y lo buscamos.
Me encanta la campaña de este año porque el lema propuesto “Cerca de Dios y cerca de los hermanos” es muy parecido al que utilizo como cabecera de este mi comentario semanal. La convicción de estar cerca de los que sufren y de los que se alegran, de quienes dedican su vida al campo o a la oficina, de los jóvenes, de los niños y de los ancianos, de los colaboradores y de los vecinos de calle... es un deseo convertible en la realidad de todos los días. Y para estar cerca de todos y llevar lo más importante de la vida sacerdotal necesitamos estar cerca de Dios. Los sacerdotes deben llenarse de Dios, acoger con fidelidad su orientación y buscar con coherencia y fidelidad la aplicación del evangelio a su vida y ofrecerla a la quienes les rodean.
Constato que es muy difícil la tarea del sacerdote en la actualidad. Pero no es imposible. Es un reto que puede marcar y envolver la vida de un cristiano interesado en el servicio a la comunidad para ofrecer la salvación de Jesucristo y comprender, haciéndolas suyas, las debilidades, los sufrimientos y las limitaciones de los hermanos. También sus grandezas y sus cualidades. Y para hacer frente a esta vida plena y total de servicio sacerdotal necesita el seminarista una buena preparación destacando la dimensión humana, espiritual, intelectual y pastoral. Y para todo ello se exige un centro de formación, el Seminario, con unos educadores que acompañen y ayuden a crecer y a madurar la vocación de cada cristiano que, tocado por la gracia de Dios, analiza y responde, discierne y se compromete a gastar su vida en el ministerio.
Reitero la petición de oraciones para este ilusionante proyecto. La Comisión de Pastoral Vocacional, que hemos creado al principio de este curso, os pedirá también colaboración. Ya ha programado unas sesiones con testimonios vocacionales y una Vigilia de oración, abierta a todos. Ayudadnos y haceos presentes. Dios hará que el resultado final beneficie a la diócesis y a cada uno.


                                                     + Salvador Giménez, bisbe de Lleida.