Movidos por la fe
Queridos diocesanos:
No cabe la menor duda que las personas se alegran
cuando ven a otras actuar de modo desinteresado en favor de sus
semejantes. Incluso se admiran de la capacidad de entrega y servicio que
algunas de ellas manifiestan. En el fondo a todos nos gustaría que el
mundo se llenara de gentes que anteponen la dedicación al otro a su
propio gusto o interés. Si este impulso es motivado por la fe en
Jesucristo, nos llena de satisfacción a todos los católicos porque nos
sentimos representados con su actuación y, aunque el compromiso es
personal, la pertenencia a la misma comunidad eclesial nos une y nos
hace más solidarios. Todos no podemos estar en todas partes. Nos
consuela percibir a personas de fe comprometidas en los más diversos
menesteres de ayuda al prójimo.
En estos días de febrero tenemos en mente a
diversos grupos de cristianos que actúan en ese sentido aunque con
diversos matices de responsabilidad y participación.
Los religiosos que celebran su fiesta anual en el
día de la Candelaria, el 2 de febrero. La fiesta tiene como marco de
referencia aquella escena evangélica de la Presentación de Jesús en el
Templo y la Purificación de Nuestra Señora. Consagrar al Niño para
cumplir la promesa del Padre es el modelo de actuación de las personas
que, con vida comunitaria y con un carisma determinado, nos muestran una
vivencia clara de los consejos evangélicos. Los llamamos miembros de la
Vida Consagrada y se entregan al entero servicio a sus semejantes. En
nuestra diócesis existen varias comunidades de religiosos que nos ayudan
y que son objeto de nuestra admiración y agradecimiento.
Las personas mayores, agrupadas en nuestra Iglesia
en el movimiento de Vida Creixent. Es su fiesta también el mismo 2 de
febrero porque en el templo de Jerusalén, cuando llegó Jesús para ser
presentado, allí estaban dos ancianos, Simeón y Ana, que nos dieron
ejemplo de una fe viva y una confianza ilimitada en el Señor anunciando
al mismo tiempo el cumplimiento de las promesas o de pregaria. Muchos ya
conocéis que Vida Creixent es un espacio de formación, de
acompañamiento y de ayuda mutua. Muchos de sus integrantes establecen
fuertes vínculos de amistad y de atención a los enfermos, impedidos y a
los que viven solos; acuden también a residencias de mayores a
interesarse por su situación espiritual, personal y familiar.
Las personas de la pastoral de la salud y la
Cofradía de la Virgen de Lourdes (la fiesta, el 11 de febrero) que
muestran una significativa atención a los enfermos. La enfermedad es un
período en el que se manifiesta con total claridad la fragilidad humana.
Las reacciones de cada cual ante la misma son variadas, desde la
desesperación hasta la aceptación de la propia situación llegando a ser
un ejemplo para los cercanos y los cuidadores. Es muy importante señalar
con admiración el trabajo de los voluntarios ante y con los enfermos.
Agradecer a los profesionales en hospitales y residencias su dedicación y
a todos aquellos que en sus domicilios cuidan con cariño a sus
familiares sometidos a tal contingencia.
Son muchos los que actúan con bondad hacia las
necesidades de los demás siguiendo el ritmo que marca el Señor en el
evangelio. Me impresionó la frase de un autor ruso llamado Vladimir
Soloviev que decía: “Afirmar que a Dios no le interesan nuestras
necesidades materiales significa justificar el ateísmo ya que limitamos
la divinidad”. Estamos de acuerdo. A Dios le interesa todo aquello que
motiva a la caridad y evita el egoísmo.
Con mi bendición y afecto.
+ Salvador Giménez, obispo de Lleida