Corpus y Cáritas
El
título de este comentario lo componen dos palabras en latín. Ambas son
muy familiares a nuestros oídos, las hemos utilizado muchas veces. Muy
pocos de nosotros han estudiado latín, pero aún así entendemos
perfectamente el significado de las dos palabras. Los términos de Corpus
i Cáritas están presentes en nuestra cultura y nuestras fiestas.
Las pronunciamos de modo consciente o como de paso
refiriéndonos a la actitud que todo cristiano debe tener en sus
relaciones con Dios y con sus hermanos. Me atrevo a exponer para
vosotros el matiz cristiano de los dos términos, y también su aplicación
para nuestra vida personal y comunitaria, que supone un compromiso
expreso en el amplio seguimiento de Jesucristo en las celebraciones y en
las actuaciones diarias. CORPUS significa cuerpo. Con otras acepciones:
corpulencia, sustancia, elemento, persona, individuo. En el Nuevo
Testamento, en Mt 26,26 el Se- ñor utiliza esta misma palabra para
anunciarnos la institución de la Eucaristía, «Tomad, comed, este es mi
cuerpo»; en Mc 14,22 «Tomad, este es mi cuerpo»; en Lc 22,19 «Este es mi
cuerpo que va a ser entregado por vosotros».
También otros textos en las cartas de san Pablo
tienen idéntico significado. Es el cuerpo de Cristo presentado bajo la
especie de pan, para que lo comamos i nos alimentemos, nos
identifiquemos con Él y experimentemos en plenitud la vida nueva que nos
ha regalado. El pan y el vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor
constituyen la fuente y la cumbre de la vida cristiana. Es el misterio
de nuestra fe que celebramos en la Eucaristía, donde el Señor se nos da
como alimento y donde actualizamos el sacrificio redentor de Cristo en
la cruz. Con tres palabras tratamos de resumir este sacramento:
banquete, sacrificio, adoración.
La fiesta del Corpus contiene, como cada vez que
celebramos la Eucaristía, las tres realidades, acentuando en este caso
la adoración pública de Jesucristo en nuestras calles y plazas. CÁRITAS
significa amor, afecto, ternura… con una acepción religiosa: amor
divino, caridad cristiana. En el Nuevo Testamento aparece innumerables
veces para recordarnos a todos el núcleo central de nuestras relaciones
con Dios y con los hermanos. Os recuerdo algunas frases que contienen
esta palabra: «le son perdonados sus muchos pecados porque ha amado
mucho» y «el conocimiento engríe, mientras que el amor edifica» (1Cor
8,1); «si no tengo amor, nada soy» (1Cor 13,2); «la caridad no acaba
nunca»; «buscad la caridad»; «que seáis todos del mismo sentir, con un
mismo amor (Fl 2,2); «Como el Padre me amó, yo también os he amado a
vosotros» (Jn 15,9); «que os améis como yo os he amado» (Jn 13,34);
«Amarás al Se- ñor tu Dios… amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mc
12,31); «Que vuestra caridad sea sin fingimiento» (Rm 12,9).
En otras muchas ocasiones nos manda el Señor que
tengamos una caridad, un amor sin límites. Va más allá que el simple
consejo o exhortación. Es un mandamiento que llega hasta el amor a los
enemigos. Es realmente sencillo vincular estas dos palabras y su
significado. Sin ellas, Cuerpo de Cristo y Caridad, no podríamos
entender nada de la salvación que trae el Señor para toda la humanidad
ni el modo de relación que hemos de practicar para seguirle; ni dar
sentido a nuestra vida, ni participar de su misma felicidad. En esta
fiesta las unimos con fuerza y las presentamos al mundo con
autenticidad, porqué el amor a los hermanos se fundamenta en el amor a
Cristo .
† Salvador Giménez Valls Obispo de Lleida