Participar en cofradías y hermandades
Queridos diocesanos:
Me consta que a muchos de vosotros, entre las
fiestas populares de nuestros pueblos y ciudades, os agrada que los
actos públicos de la Semana Santa sean solemnes, bien organiza-dos y de
numerosos miembros. He comprobado que las calles se llenan de gente para
contemplar los pasos o momentos significativos de la vida del Señor.
Agradezco vuestro interés por un acontecimiento
fundamentalmente religioso que os hace recordar la infancia o la
juventud pero que ahora se reduce a ser meros espectadores. En este
supuesto os invito a dar un paso más en vuestro compromiso.
Es valioso y digno de agradecimiento el trabajo de
los responsables y miembros de las agrupaciones de Semana Santa por
mantener la fiesta en la calle. Es un buen motivo para dar público
testimonio de la propia fe. En la actualidad parece que esto no es fácil
y, aunque nos lo repetimos como un aspecto esencial de la vida
cristiana, la tarea de muchos creyentes en estas instituciones provoca
contrariedades y pequeños disgustos en amigos y conocidos. Un objetivo
que compartimos es el apoyo, la formación y la ayuda mutua para que el
compromiso con la fe reporte satisfacción, alegría y orgullo de
pertenecer a la comunidad de Jesús, a la propia Iglesia. Orgullo por la
pertenencia sabiendo que la humildad en la vivencia y en la transmisión
de la fe se antepone a la arrogancia y a la opinión de ser los mejores.
Aunque con diversa gradación e importancia todos
tenemos cuidado en estos días de los distintos aspectos de la fiesta
pascual: desde la preocupación por organizar las actividades
procesionales hasta la celebración en vuestras parroquias de los actos
litúrgicos; desde la información horaria distribuida en folletos hasta
la participación activa en las agrupaciones; desde el montaje de los
pasos o la preparación del local como futuro museo en la calle
Caballeros hasta el acercamiento al sacramento de la penitencia para
recibir el perdón de los pecados. Todos nos sentimos con una especial
vinculación porque perseguimos el mismo fin, seguir a Jesucristo, y
permanecer en la Iglesia que acompaña y orienta nuestros pasos.
Con esta nota mi pretensión es mucho más humilde.
Pedir a todos que engroséis las listas de las cofradías y hermandades de
nuestra ciudad. Que participéis de sus preocupaciones y trabajos como
un encargo más de vuestro compromiso eclesial. En otras ocasiones ya he
pedido mucho más como corresponde a todo cristiano. Cristo nos exige
mucho y nuestra respuesta debe ser a la búsqueda de lo más alto. Pero
sería bueno que algunos volvierais a empezar por aumentar el tejido
asociativo de nuestras parroquias. Todo cristiano debe tender a vivir la
fe en comunidad; debe buscar a los otros para que le ayuden, le
refuercen en sus con-vicciones y le faciliten el compromiso solidario.
Nuestra sociedad está necesitada de organizaciones
intermedias que enriquezcan, desde la pluralidad de opiniones, la
convivencia, el acompañamiento, la escucha y el encuentro con los demás.
Crear grupos que favorezcan el fomento de las artes, del deporte, de la
cultura en general como expresión de las propias aficiones y proyectos,
redundará en beneficio de la sociedad. Cuantas más instituciones
sociales aparezcan tanto más se diversificará nuestra atención de
servicio y menos dependeremos de las directrices de unos pocos. Lo mismo
en nuestra Iglesia. Conviene que cada uno ponga sus cualidades y
habilidades al servicio de la comunidad. Es un modo de desarrollar
nuestra generosidad y apoyo al prójimo. Las cofradías os esperan. Hace
dos meses celebraron un congreso en nuestra ciudad; impresionaba en las
conclu siones la exigencia del voluntariado. A todos nos piden ayuda
para ser más. Y para ser mejores. Las cofradías y hermandades están
abiertas para recibir con gusto vuestra participación.
Con mi bendición y afecto.
† Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida