Día de la Iglesia Diocesana
Un año más pongo a vuestra consideración la
Jornada de la Iglesia Diocesana, una jornada que nos ayuda a profundizar
en nuestra pertenencia a una comunidad concreta como es la propia
diócesis. El lema, con tema familiar y que más adelante reproducimos, es
muy significativo. Advierto que los párrafos siguientes son los mismos
que aparecen en el folleto distribuido en las parroquias y lugares de
culto.
Vivimos en una época en la que se busca la máxima
participación en asuntos que interesan o preocupan, porque son el
fundamento de las propias convicciones o creencias. En la actualidad han
aparecido algunos grupos sociales que presumen de unos procedimientos
participativos basados en consultas, cuyos resultados, atendiendo a sus
consecuencias, son a menudo de difícil aplicación. Se habla de
participación y libertad total, al tiempo que se intenta controlar sus
resultados.
Me parece que hay una institución que escapa a
esta exigencia de participación en la que se anima a los interesados a
dar su opinión o aportar su responsabilidad: la familia. Los lazos
internos que unen a sus miembros, basados en el amor, son más fuertes
que las circunstancias externas o los lazos con cualquier institución a
la que pueda pertenecer cada uno de ellos. Se comprueba a diario la
importancia de la familia para el desarrollo armónico de sus
componentes, la ayuda desinteresada que se prestan o el apoyo
incondicional que se dan en los momentos complicados de la vida. A
menudo se recuerda que la última crisis socio-económica que todos
nosotros padecemos es mitigada en gran parte por el vínculo familiar.
Abundantes estudios sociológicos así lo atestiguan.
La diócesis de Lleida, junto a las restantes de la
Conferencia Episcopal Española, ha acertado al repetir el lema de años
anteriores para el DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA/DIADA DE GERMANOR: «SOMOS
UNA GRAN FAMILIA CONTIGO». La familia es el concepto central. A pesar
de que se dan casos especiales de dificultad o de incomprensión en su
interior, la inmensa mayoría de los cristianos podemos agradecer la
experiencia de nuestra propia familia. Nos sirve como ejemplo y modelo
de lo que quiere ser nuestra Iglesia, una familia de hijos de Dios,
hermanos de Jesucristo, que sigue las orientaciones del evangelio,
conservadas y transmitidas durante dos mil años por esta misma comunidad
de amor, que se comprende, se acepta y se ayuda sin pedir nada a
cambio.
Aunque sabemos que este modo de proceder se aplica
permanentemente en nuestra Iglesia, es bueno recordarlo de modo
especial en una jornada en la que coinciden realidades, proyectos y
aspiraciones de todos los bautizados. A todos nos corresponde participar
en su sostenimiento, colaborar en sus iniciativas y ayudar a las
personas y comunidades con mayores puntos de fragilidad. Juntos sumamos
esfuerzos y multiplicamos resultados. Con el amor y la compren - sión
que nos tenemos, seremos capaces de manifestar al mundo lo más íntimo de
nuestro seguimiento de Jesucristo y nuestra pertenencia a la familia
eclesial.
Doy gracias a Dios por vuestra implicación y
compromiso en las tareas pastorales en las que estáis inmersos. Por
supuesto son fundamentales vuestras oraciones. También, y en nombre de
todos los que se benefician de ello, agradezco sinceramente vuestra
ayuda económica para sufragar proyectos personales, comunitarios y
patrimoniales.
Con mi bendición y afecto.
† Salvador Giménez Valls Obispo de Lleida