Domund. Cambia el mundo
Queridos
diocesanos: Un año más, la Iglesia nos pide nuestra colaboración para
con las misiones. Tanto a título personal para dedicar parte de nuestro
tiempo a la evangelización, como a la aportación económica para atender
las necesidades de quienes están en una misión lejana predicando a
Jesucristo y compartiendo las carencias de sus hermanos. A nuestro
alrededor captamos estímulos que nos recuerdan, en este tercer domingo
de octubre, la importancia de la misión. Carteles, oraciones, homilías,
lema, catequesis para niños o para adultos… nos advierten del
significado de esta jornada anual.
Quienes acuden a las celebraciones parroquiales
les llega el mensaje de forma directa; quienes tienen hijos o nietos en
edad escolar, de forma indirecta a través de sus indicaciones; quienes
sufren enfermedad y no salen de casa, a través de reportajes en radio o
televisión que les motivan a rezar por el fruto de esta buena causa;
quienes no frecuentan la celebración, han oído hablar de la dedicación
de los misioneros en países necesitados y se conmueven de aquella
realidad que les ha acercado algún amigo o conocido. Todo contribuye a
poner en el centro de nuestra atención esta fundamental realidad
misionera que une el anuncio del Evangelio y la preocupación por los más
pobres.
Algunos de ellos, en países con grandes carencias
materiales, se ven obligados a emigrar en busca de una nueva vida.
Además de solicitar vuestra atención y vuestras oraciones, me gustaría
comentar el lema de este año y alguna de las indicaciones del Mensaje
del papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial. El lema, Cambia el
mundo, es audaz e ilusionante.
Además, resulta muy directo y apunta un objeti vo
con una gran dosis de radicalidad. Según algunos, produce cierta sonrisa
de incredulidad y provoca desesperación por sus incumplimientos.
Aparte, suena a repetición. Son palabras utilizadas en campañas de
signos comerciales o culturales. Sin embargo es la misma finalidad que
se ha impuesto la Iglesia desde el principio. Siguiendo las indicaciones
de Jesús, no ha hecho otra cosa que predicar con alegría y vivir con
coherencia su mandato. Porque anunciar el Evangelio comporta un cambio
radical en nosotros mismos; también consigue remover las estructuras de
este mundo.
La apertura al otro, la acogida desinteresada, la
generosidad ilimitada, el amor sin exclusiones, el respeto a la dignidad
de cualquier persona por el hecho de ser hijo o hija de Dios, sin
fijarnos en el lugar de nacimiento o en el color de su piel… son un
conjunto de principios que ayudan a hacer de nuestro mundo el lugar de
la fraternidad, de la justicia y de la paz que el Señor quería para
todos. El mensaje del Papa, Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a
todos, quiere ser una llamada explícita a contar con todos los jóvenes
en este gran objetivo misionero.
El contenido de sus palabras coincide con la
celebración del Sínodo de los Obispos en Roma, «que nos ofrece la
oportunidad de comprender mejor, a la luz de la fe, lo que el Señor
Jesús os quiere decir a los jóvenes y, a través de vosotros, a las
comunidades cristianas». Dice más adelante: «También vosotros, jóvenes,
por el bautismo sois miembros vivos de la Iglesia, y juntos tenemos la
misión de llevar a todos el Evangelio». Pide un compromiso personal en
el voluntariado y en el servicio a los más pequeños, prolongando en sus
vidas juveniles el ansia de que nuestro mundo sea mejor y que todos
conozcan a Jesucristo. Con mi bendición y afecto.
† Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida