La restauración del patrimonio.
Hace pocos días estuvieron en casa unos amigos
que acababan de visitar en Aguilar de Campóo la exposición de las Edades
del Hombre. Es la edición número 23 de las celebradas por la fundación
del mismo nombre. La primera tuvo lugar en Valladolid en 1988, las
siguientes se han celebrado en distintas ciudades y pueblos de las
diócesis de Castilla-León y la última, titulada MONS DEI (Aguilar, norte
de la provincia de Palencia), que se inauguró el pasado mes de mayo y
finalizará el día 9 del próximo mes de diciembre. Venían encantados
ponderando la impresionante riqueza cultural que albergan los templos de
nuestra Iglesia. Estaban orgullosos del trabajo de tantas comunidades
católicas que han producido y conservado el patrimonio cultural y
religioso.
Escuchaba las explicaciones de estos
amigos y me sentía feliz al ver reconocida la preocupación de parroquias
y diócesis en la recuperación del arte que acompañó el culto de las
comunidades cristianas durante siglos. Es difícil comprender nuestra
historia sin contemplar las maravillas artísticas, con motivo religioso,
que exponen templos, monasterios y museos. Además de felicidad sentía
también cierto consuelo al comprobar el gran esfuerzo que se hace en
este sentido. Digo esto porque, como sabéis, soy muy sensible al
deterioro de nuestros templos con algún hecho aislado ocurrido
recientemente y a la acusación que a veces propagan ciertos medios de
abandono o despreocupación por parte de los responsables de nuestro
patrimonio.
Es igualmente digno de elogiar la
labor que en nuestras diócesis de Cataluña llevan a cabo las
delegaciones de patrimonio con la promoción y difusión del acervo
cultural. Recuperación de obras artísticas, visitas guiadas,
publicaciones, cursos y estudios para expertos e interesados en general.
En este sentido muchos conocéis el trabajo que realiza CATALONIA SACRA y
los informes que anualmente prepara para dar cuenta de la gran cantidad
de iniciativas que promueve; publica también una revista (TAÜLL),
dirigida al público en general y muy bien documentada, en la que se
observa el progresivo aumento de obras restauradas.
Naturalmente, tanto en Castilla-León
como en Catalunya, se cuenta y se agradece la colaboración de las
administraciones públicas en la recuperación y conservación del
patrimonio religioso. Hay que decir también que las comunidades
cristianas participan de la preocupación y aportan recursos materiales
para el mantenimiento de sus objetos y espacios sagrados. Siempre lo han
considerado propio y para gran cantidad de ciudadanos el templo de su
población es el edificio más emblemático que existe. Colaboran con su
dinero porque lo consideran suyo, lo mantienen porque es la herencia de
sus antepasados. Eso les hace sentir y expresar orgullo y
agradecimiento.
No es la primera vez que trato este
tema. Es importante avivar el interés y la colaboración también en la
actualidad. Son momentos en los que se quiere pasar factura de los
bienes a la comunidad cristiana o se le reprocha su falta de dedicación a
nuestra secular cultura. Me parece un poco injusto y desmesurado. Pero
también es posible que algunas críticas nos espoleen para mejorar
nuestra preocupación y entrega a conservar el patrimonio legado. Creo
que así empezó en los años ochenta la iniciativa de la exposición de las
Edades del Hombre: ante una crítica despiadada de un programa de
televisión que mostraba las carencias y desinterés de la Iglesia y de
los católicos, se alumbróesta maravilla de exposición que ha sido la
admiración de varias generaciones.
Con mi bendición y afecto.
+ Salvador Giménez, bisbe de Lleida.