Valoraciones de la Asamblea Diocesana
Afinales
del mes de mayo celebramos en la Casa de la Iglesia la Asamblea
Diocesana. En su momento os pedía a todos vuestra participación y las
oraciones para un provechoso resultado. Os agradezco el esfuerzo
realizado y la atención que habéis tenido pidiendo al Señor que nos
ayude a ser auténticos y personales testimonios suyos en medio del mundo
y a favorecer comunidades cristianas más acogedoras y con mayor impulso
evangelizador.
Fue una jornada de trabajo y de fiesta donde nos
encontramos muchos diocesanos procedentes de todas las parroquias,
laicos, miembros de la Vida Consagrada, sacerdotes y diáconos. Todos
juntos con el deseo de actualizar nuestra mirada al Plan Pastoral de
nuestra diócesis y tratar de conseguir las metas proyectadas para servir
mejor a nuestra sociedad y para dar a conocer con más coherencia el
mensaje de Cristo.
El encuentro puso de manifiesto el sentimiento
común de alegría por la tarea pastoral que cada uno realiza. También
sirvió para poder compartir dificultades y logros alcanzados. Fue una
fiesta el sentirnos unidos y fortalecidos por la acción del Espíritu
Santo. La ponencia central tenía como título «La parroquia acogedora y
misionera», y la desarrolló el cardenal Juan José Omella, arzobispo de
Barcelona. Según la sugerencia que le trasladamos, pretendía responder a
una de las prioridades pastorales de nuestra diócesis: la necesidad de
la colaboración responsable de todo cristiano con su propia comunidad y
la revisión permanente de nuestras parroquias.
Además uno de los objetivos era, y es, el de
promover comunidades llenas de alegría, vivas y misioneras. Me parece
que el cardenal Omella motivó positivamente en la forma de abordar el
tema, realista, ilusionante, cordial y sencilla; salpicó de anécdotas su
intervención, y su experiencia pastoral ayudó a que los asistentes le
escucharan con atención y con agrado. Al menos así lo manifestaron
muchos de ellos. En cuanto al fondo de la ponencia acertó en el
diagnóstico de la situación de las parroquias actuales: sus
preocupaciones, las limitaciones del número de colaboradores o tamaño de
algunas de ellas, y sus esperanzas, las posibilidades de actuación que
todavía hoy poseen para fundamentar bien la evangelización a la que nos
alienta el papa Francisco; utilizó parábolas evangélicas para animar a
los presentes, presentando las actitudes básicas (el realismo, la
paciencia, la confianza, la admiración por el tesoro y la perla) de todo
cristiano y de toda comunidad. Acabó con la petición de hacer efectiva
para este proyecto la colaboración de todos.
Todos nos necesitamos y, para mejorar nuestras
parroquias, debemos afrontar el reto de la disponibilidad personal. Para
la posterior reflexión se plantearon unas preguntas relacionadas con el
fondo de la cuestión. Durante una hora los asistentes dialogaron en
grupos formados atendiendo los distintos arciprestazgos.
Los secretarios de cada uno de ellos resumieron
las intervenciones, y las aportaciones pasaron a la Vicaría General que,
a su vez, las envió para su estudio al Consejo de Presbiterio y de
Pastoral, reunidos días más tarde. La pretensión es que sirvan de base
para la programación del próximo curso. Terminó la Asamblea con varias
preguntas al cardenal sobre cuestiones pastorales de interés general.
Las respuestas completaron la visión trazada en la ponencia. Gracias a
todos por la participación, por el trabajo y por la mirada de futuro.
† Salvador Giménez Valls. Obispo de Lleida