Nuestros mayores
Es
normal ver a personas mayores utilizando su tiempo en habituales
distracciones o juegos de mesa, en bares o cafeterías. También los vemos
a diario con bolsas de la compra ayudando en las tareas domésticas, o
en conversaciones tranquilas en los parques de pueblos y ciudades.
Algunos dedican parte de su tiempo, prolongando su
labor anterior, colaborando en talleres u oficinas familiares. Otros, a
las lecturas o ejercicios intelectuales. Las personas mayores de
nuestro entorno
quieren mostrar a todos que su actividad es una prueba
más del cariño por la vida y del afán de superación en todos los
órdenes. Incluso, cuando se encar gan de acompañar a sus nietos
colaborando en su educación familiar y social. Nos dan a todos lecciones
de cariño y dedicación desinteresada. Y ello es motivo de
agradecimiento y ejemplo a seguir.
Digo todo esto para poner de relieve una acción de
muchos de nuestros mayores, que no olvidan su experiencia cristiana y
continúan su formación y compromiso parroquial o diocesano. Se reúnen en
pequeños grupos de reflexión, rezan, dialogan y celebran la fe. Además,
se implican en tareas pastorales y se ayudan para mantener el espíritu
de colaboración y de servicio a la comunidad. Son grupos redu cidos,
englobados en un movimiento apostólico que recibe el nombre de Vida
Creixent, extendido en muchas diócesis. Es posible que para muchas
personas sea un movimiento desconocido.
Por ello haría falta informar a todos de su
existencia e invitar a los posibles interesados a participar en alguno
de estos grupos parroquiales, para enriquecer con sus ideas y opiniones a
los demás y para dejarse acompañar por ellos. Me consta que los
actuales componentes están muy satisfechos, manifestando mucho interés
en incorporar a más miembros. Me insisten, además, en que es compatible
la pertenencia a un grupo de Vida Creixent con las diversas tareas y
actividades mencionadas al principio de este escrito.
Se puede hacer todo lo que conviene para
distraerse o para ayudar; también para seguir en la formación cristiana.
Vida Creixent celebra la fiesta anual de sus patronos el día 2 de
febrero. Son los ancianos Simeón y Ana, que se encuentran con Jesús el
día que sus padres, cumpliendo la ley, lo llevan al templo para
presentarlo al Señor. Ese día los miembros de Vida Creixent se reunirán
en la Eucaristía i pedirán por sus familiares, así como por todos los
problemas y necesidades de nuestra sociedad. Que nadie les olvide, que
vean siempre reconocidos sus desvelos y su dedicación. Que los creyentes
recen por los mayores para que Dios les conserve la salud y el
bienestar junto a los seres queridos. El movimiento tiene un himno que
cantan todos ellos al final de sus celebraciones. Es muy vibrante, y lo
cantan a sus años con mucha fuerza y vigor; repiten una frase que resume
su actuación: I aquesta alegria ningú ens la prendrà.
Unas personas que se atreven a decir esto son
dignas de elogio y de admiración. Un pequeño folleto sirve como hilo
conductor de las reuniones de Vida Creixent a lo largo del curso. El de
este año tiene como título La primavera a la tardor de la vida. Tiene
una determinada metodología, con un elenco de temas para cada uno de sus
encuentros: benestar, fortalesa, pau, creixement, felicitat, compartir,
generositat, servei, creure y serenor. Con seguridad le interesará a
más de un lector, y preguntará por este movimiento apostólico que tanto
beneficia y engrandece a sus miembros.
† Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida