Gratifica recordar lo bueno de los demás.
El recuerdo se dirige en esta ocasión a las
actitudes que el papa Francisco nos marca a todos los cristianos en la
Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio. Fue un documento muy
bien recibido por todos los cristianos. Transmitía optimismo,
transparencia, cercanía. Durante muchos meses fue un texto de cabecera
que concitó la atención de responsables de grupos de estudio y
formación. A algunos les servía para su lectura personal.
A todos deseo que los frutos de esta acción
formativa repercutan en la propia comunidad o parroquia. Seguro que,
además del bien personal que proporciona su lectura, ayudará a que la
Iglesia en el momento presente sepa responder con audacia y alegría a
los grandes desafíos de nuestra sociedad. No quiero pecar de
reiterativo. Soy consciente de que en distintos escritos míos he aludido
a esta exhortación papal y os he aconsejado su lectura. Pero tampoco
podemos caer en el silencio después de haberla propuesto como guía de
nuestros objetivos pastorales. Nos hemos de animar mutuamente a que
sirva de reflexión y soporte para una actuación sincera y cercana al
Evangelio. Más de una vez recurriré a algún párrafo del mencionado texto
para señalar actitudes fundamentales que toda comunidad diocesana debe
mantener. Me consta que distintos agentes de pastoral (animadores de
comunidad, catequistas, educadores, voluntarios y empleados de Cáritas,
grupos de oración y liturgia, matrimonios y personas mayores...) han
utilizado las orientaciones del Papa para su propia formación. Hay
abundante material escrito, preparado por especialistas en los
diferentes sectores pastorales, que sirve de guía de lectura, para
centrar la discusión y para sacar conclusiones prácticas. Os será de
mucho provecho.
Ya hace cinco años que se publicó la citada
exhortación del papa Francisco como un programa de todo su pontificado.
Conviene que no se olvide su impacto. Supuso un revulsivo para todos. Os
ofrezco como recuerdo tres citas que ayudarán a fomentar actitudes
básicas de vida cristiana:
« ... un evangelizador no debería tener
permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecen- temos el fervor,
la dulce y la confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay
que sembrar entre lágrimas» (núm. 10). « No hay que mutilar la
integralidad del mensaje del Evangelio. Es más, cada verdad se comprende
mejor si se la pone en relación con la armoniosa totalidad del mensaje
cristiano» (núm. 39).
« A los cristianos de todas las comunidades del
mun do quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna
que se vuelva atractivo y res-
plandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis» (núm. 99).
plandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis» (núm. 99).
Es cierto que con posterioridad se han publicado
muchos escritos del Santo Padre que prolongan en el tiempo sus
enseñanzas y reiteran sus convicciones. En todos ellos está presente la
alegría de seguir a Jesucristo.
A pesar de las recientes dificultades que
manifiesta la Iglesia ante la sociedad, del temor a perder credibilidad
para explicar y vivir el mandato del Señor, de los momentos oscuros de
algunos miembros del
Pueblo de Dios, necesitamos todos recuperar el aliento evangélico para anunciar lo esencial de su enseñanza. Es gratificante recordarlo para todos los cristianos de nuestra diócesis.
Con mi bendición y afecto.
Pueblo de Dios, necesitamos todos recuperar el aliento evangélico para anunciar lo esencial de su enseñanza. Es gratificante recordarlo para todos los cristianos de nuestra diócesis.
Con mi bendición y afecto.
† Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida
Obispo de Lleida